domingo, 19 de octubre de 2025

Zona prohibida

Presentamos Zona prohibida, un juego con "sorpresas" y "secretos", mediante el cual pretendemos trabajar habilidades como la tolerancia a la frustración, la aceptación de nuestras limitaciones, así como reflexionar sobre la gestión de nuestras posibilidades. Este juego lo he implementado en los últimos cursos en grupos de 3º y 4º de primaria y siempre hemos vivido emociones dispares y, en ocasiones, contradictorias.


















En los emparejamientos sitúo frente a las piezas blancas a los jugadores con mayor dominio del juego; mientras que con las negras a los que poseen menos destreza. Una vez realizados, invito a salir de la sala a los niños que van a jugar con negras. Saco un diagrama como el de la imagen y lo entrego a cada jugador o jugadora de piezas blancas. Les explico que solo podrán mover sus piezas en el rectángulo que va de d1-d5 y de h1-h5 y que tan solo podrán salir de el para capturar. En caso de que muevan alguna pieza fuera del rectángulo, sin capturar, les informo previamente de que los emplazaré a cambiar su jugada mediante la consigna: "no me gusta tu jugada, haz otro movimiento". Durante la partida pueden consultar el diagrama.


Anécdotas


En ocasiones los jugadores de piezas negras no advierten nada fuera de lo habitual durante el juego. La mayoría de veces sí y, alguno que otro, observa cómo su compañero o compañera consulta el papel (el diagrama que les recuerda su zona de movimiento). En estos casos hay quién reclama o pregunta sobre dicho papel, incluso protesta y se lamenta, dice que es trampa y que recibieron mi ayuda, entienden que yo les di el papel mientras ellos esperaban fuera de la sala, y lo interpretan como una ayuda que les proporcioné.


En una ocasión la reclamación se salió de madre, las protestas y la indignación de una alumna pasaron a acusación. Había ayudado, según ella, a los jugadores de piezas blancas. Afirmaba que se trataba de trampa y repetía airadamente una y otra vez que era injusto.


La realidad


La realidad es que existía una diferencia importante entre el juego de blancas y de negras. Tanta que, en ocasiones, los jugadores de piezas negras ni siquiera sospechaban nada. Sin embargo, la enorme limitación en este juego por parte de las piezas blancas, imposibilitaba rematar su superioridad de nivel frente a las piezas negras. El rey negro siempre solía quedar fuera del rectángulo y, en finales, con muy pocas piezas negras o incluso, solo con el rey, las blancas se veían incapaces de darle jaque mate al otro lado del mismo. Los jugadores de piezas blancas disfrutaban des del inicio por ocultar su "secreto" y por crecer exponencialmente en superioridad material, pero, a medida que se acercaba el final, se daban cuenta de que, pese a su enorme ventaja, no podrían dar jaque mate al rey negro por no poder traspasar los límites del rectángulo.


Aprendizajes


Después de revelar los "secretos" tras casi finalizar todas las partidas, reflexionamos sobre el uso de nuestras piezas sobre el tablero, especialmente en la apertura. Una de las inspiraciones para diseñar la actividad fue precisamente que, mis alumnos, desarrollaran tan solo las piezas menores de un solo flanco como práctica rutinaria durante las clases, muy habitualmente las del flanco de rey, así como concentrarlas también en una sola parte del tablero, descuidando otras partes así como el resto de piezas. Todo ello a pesar de haber expuesto y argumentado los principios básicos de la apertura en sesiones anteriores y que, aparentemente, fueran comprendidos.


La frustración de no poder rematar la partida por parte de los más experimentados jugadores de piezas blancas nos permitió reflexionar sobre nuestras limitaciones en la vida. Aceptar nuestras limitaciones reales es una necesidad, ya que muy a menudo es la única posibilidad que nos queda ante aquello sobre lo cual no podemos hacer nada más.


Más allá de la tolerancia a la frustración reflexionamos también sobre aceptar y responsabilizarnos de nuestros errores a la hora de manejar nuestros recursos y nuestra toma de decisiones. El ejemplo de la alumna que explotaba de indignación, convencidísima de todo lo que afirmaba, no hace sino reafirmarnos en este aprendizaje. Muy a menudo nos quejamos muy convencidos de que los demás tienen más oportunidades y mejores que nosotros, cuando en realidad, somos nosotros mismos que no gestionamos correctamente nuestros recursos incluso siendo más y mejores que los de los demás, tal y como se dio en la experiencia relatada.

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